viernes, 24 de octubre de 2014

Reflexionando


Fíjate que no escribía nada desde hace más de un año... y es que entre el trabajo y mi hijo, es difícil tener tiempo para escribir. Solamente he escrito como catarsis en los tomos que llevo elaborando desde hace años como conversaciones con mi hijo, incluso antes de ni siquiera estar embarazada. Pero ésa es otra historia, y ahora mismo no viene al caso.
 
Siento la enorme necesidad de compartir un montón de reflexiones que durante dos años he ido acunando, dejando fluir, intentando comprender y puliendo en la medida de lo posible. Sí, durante dos años... justamente la edad que tiene ahora mi hijo. Justamente el tiempo que hace que nació él... y que nací yo.

Sí... hace tiempo que creo darme cuenta de que yo nací con él, no solamente como madre, sino como ser humano, como persona consciente de su entorno (pese a que no tanto como quisiera), como persona que ha puesto en duda no solamente lo que me han dicho toda la vida, sino lo que he pensado hasta el día en que tuve a mi hijo en brazos. Nació él y me di cuenta de que el YO que conocía, tal vez no fuera falso, pero sí ciego. O sí, puede que en cierta manera fuera falso. Un YO creado para sobrevivir. Un personaje que actúa como yo, habla como yo y piensa como yo. Pero, ¡oh, sorpresa!, aún no sé exactamente cómo, pero parece ser que ese personaje tiene algunas cosas en común conmigo, pero no soy yo... al menos no del todo, al menos no exactamente. Y créeme, resulta difícil intentar comprender e intentar comprenderte cuando te parecía que todo estaba controlado y que tenías un buen nivel de autoconocimiento. Y te acabas preguntando: ¿y quién coño soy yo? En ello estamos...

Me conozco de vista. De momento, solamente eso.
He descubierto en mí una persona a la que creía que conocía, pero no tanto como presumía... Soy mucho más débil de lo que pensaba, mucho más frágil, mucho más vulnerable... pero infinitamente más luchadora y tenaz de lo que imaginaba.

Me parece poder vislumbrar un mundo con colores de los que ni siquiera conozco el nombre... y no es que hasta ahora viviera en blanco y negro. Ni mucho menos. Pero hay tantos matices. Hay tantas cosas que necesito averiguar.

¿Cómo?

No tengo ni idea. Será cuestión de ponerme a explorar.

¿Me acompañas?

Creo que compartiendo aquello que la maternidad pone en jaque, las sensaciones que te atraviesan como madre, mujer y persona en general, el cuestionamiento de todo, y por qué no, el día a día con un bebé y después niño, es una oportunidad enorme para crecer como ser humano. Algo que deberíamos hacer compartiéndolo con otros, y no en esta especie de soledad absurda y estéril en la que se nos intenta hundir cada día solamente con el fin de poder crear autómatas al servicio de un sistema hostil y perverso.
Yo levanto la mano y digo que NO. Y tiendo la otra a quien quiera agarrarla para caminar juntos este camino que ahora transitamos.